El sábado 4 de julio fuimos de ruta con el Centro para el Conocimiento del Paisaje en Matet. Empezamos rondando las 12:00 y estaba previsto parar alrededor de las 14:00 h para degustar parte de la gastronomía de la sierra.

Vivimos la experiencia de mirar los márgenes de los cultivos y reconocer plantas silvestres que son comestibles o indicadas para hacer aliños y que nuestros antepasados conocían bien. La manera de vivir en estos pueblos rurales ha cambiado con el tiempo, ahora compramos nuestros alimentos en grandes superfícies y ya no tenemos una relación tan directa y estrecha con la naturaleza.

Aunque todavía hay gente, entre la cual me incluyo por influencia de mi pareja, que prepara a final de verano, aprovechando la última cosecha, sabrosas conservas con las que pasar el invierno.
«Es más largo que el mes de Mayo»
El refranero popular ya hace referencia a la importancia de guardar cantidad suficiente de alimentos en verano y en otoño para poder autoabastecerse durante el invierno, y si un año la cosecha no había sido muy buena llegabas muy justito de existencias al verano.
Durante el recorrido hemos visto cardo borriquero y cardo común, interesantes para hacer cuajo; uña de gato o raïmet de pastor para poner en salmuera; verdolaga y diente de león para hacer ensaladas silvestres; aliño como tomillo, romero, ajedrea…. Y no podían faltar las collejas (Silene vulgaris) que se recogen en primavera y con las que podemos hacer una excelente tortilla, igual que con las ortigas. Os enlazamos un blog donde podéis investigar otros vegetales silvestres que pueden animar nuestras ensaladas
http://www.vivelanaturaleza.com/articulo-vegetales-silvestres-para-ensalada.php

Pasada la Fuente que nace, ahora convertida en playa popular, llegamos a los cultivos, algarrobo, olivos, almendros, típicos de secano y de los que prima la calidad sobre la cantidad. Algunos de los bancales, los más estrechos se utilizaban para el cultivo de la vid, antes de que llegara el ataque de la filoxera, el bichito que vino de los Estados Unidos y casi acaba con la viticultura europea.
Muy importante era, hace años, el cultivo de cereal, trigo para las personas y maiz y garbanzos para los animales. Y los higos secos, con los que hacer pan de higos, altamente energético, y delicias árabes dulces.

Y no hablemos de todo aquello que vuela o corre y es susceptible de ser comido. Con todos los bancales «limpios» y cultivados eran frecuentes las perdices, los conejos y las liebres. La caza mayor no era importante porque la zona de bosque no se potenciaba.
Aparecemos en Matet por la parte alta del pueblo, donde estaban las eras y los pajares. Se aprocechaba la paja y el grano y se escogían zonas planas y con buena ventilación para que la trilla fuera más fácil. Podemos observar algunos conjuntos de pajares, cada uno de ellos con dos o tres trillas. Resiste aín el empedrado y los muretes bajos que acotaban la zona de trilla.

Llegamos ya muy acaloradxs al pueblo y de camino al lugar de la comida recogemos las ollas preparadas por las mujeres de Matet, arrós el fesols i naps, típicamente valenciano pero que también tradicional en Matet, y guiso de jabalí, cortesía de la asociación de cazadores del pueblo. Todo ello animado con ensalada ecológia de la biofranquesa, aceite y miel de Matet. No podía faltar un postre de requesón y de dulce coquetes y rollitos caseros.
Gracias a Juan Antonio por sus explicaciones y al ayuntamiento, las amas de casa y la asociación de cazadores por la organización junto con el Centro para el Conocimento del Paisaje